6 abr 2025

Historias de un limpiador (9)

La quiero para todo. Para estar sentados en una mesa en el bar de Laura hablando de conspiraciones, de misterios, de lo cotidiano e, incluso, estar en silencio sin que me resulte incómodo. La quiero para hacer juntos lo que no me corresponde. La quiero para dejar de pasar la mopa por Cerradona (aunque me pueda acarrear una foto adjunta en un email a Don Ventura con copia para Alfonso, de algún jefe de sección porque no esté totalmente limpio algún metro cuadrado escondido del suelo de Cerradona) y limpiar en profundidad entre los dos el mostrador de la línea de caja o que me avise para quitar un pequeñísimo charco de algún refresco sin que me siente mal dejar lo que estuviera haciendo en ese momento. La quiero para saludarla con una mirada, un hola, una sonrisa o dándome una papelera llena de botellas, pañuelos, servilletas y papeles rotos sin que eso haga sentir que perjudique nuestra buenísima relación laboral. La quiero para que me cuente con entusiasmo su plan para sus vacaciones de invierno y termine diciéndome que me piense hacer un plan sin pensar de poco tiempo y dinero. Quiero a Fuensanta para estar en el mismo turno de trabajo.

Historias de un limpiador (8)

La cascada del poder Resulta extraño que el pez más chico salve al pez más grande como si de una película infantil se tratara. Lo que deja paralizado es que hoy día, lo que voy a contar es el pan nuestro de cada día. Reunión de directores de Cerradona de Andalucía. Todo va normal hasta que llega el turno de Dos Hermanas. Alfonso se lleva un rapapolvo de muy señor mío que lo deja K.O. mirando al abismo. ¿El pez grande está herido de gravedad? Ah, bueno, eso se arregla con una reunión clandestina con el objetivo de quemar aún más a los peces medianos y chicos. Alfonso habla con su equipo de trabajo más allegado. ¡Hay que hacer que trabajen más duro nuestros empleados¡, ¡Esto no se puede consentir!, ¡Por culpa de esos vagos me he llevado un tirón de orejas en la reunión de directores!. El ambiente se torna silencioso y temerario. Solo uno de los peces medianos trata de poner sentido común y, como podrás pensar, eso acaba fatal. José Luis, uno de los dos operacionales de Cerradona Dos Hermanas, en un alarde de valentía piensa que ya bastante tienen sus empleados con todo lo que les mandan hacer como para que tengan que exprimirse aún más. Si algo no les gusta a los jefes es que se piense por ellos aunque sea por aportar algo en positivo para el funcionamiento del hipermercado. Alfonso realiza un cambio de fichas de acuerdo con el Cerradona Macarena: Se quita de vista a José Luis por no decir “sí, güana” y trae a Javi, un perro de presa fiel hasta el extremo del maquiavélico Alfonso. De esta forma, ya se puede apretar al personal de Cerradona Dos Hermanas. Es triste que un problema del pez más grande, tenga que ser solucionado por el pez más chico. Si sale bien y la imagen de Alfonso mejora, ni una palmadita en la resquebrajada espalda del personal. Ah, pero si sale mal, despido al canto de los que ganan menos dinero. Recuerdo que cuando entré a trabajar había muy buen ambiente. Hasta eso se está cargando el tiempo presente, esta década está siendo de mucho cambio y uno de ellos podría ser el de que se le dé más valor al trabajo físico. No, no es culpa de Alfonso. Jijį-jajá por delante y fotito por detrás.