19 feb 2014

Te quiero

Te quiero, TE QUIERO, te quiero. ¿Qué has sentido al leer esta expresión, querido lector? Como mínimo apuesto por alegría por mí, por la intriga de saber o adivinar a quien se lo dedico. En su momento, nuestro momento, cuando el presente nos una, lo sabrás. Te quiero, por muy repetida y para algunos podríamos decir que incluso manida, es una expresión maravillosa que supone mucho en estos tiempos que corren, vuelan sin a veces dejarnos parar para reflexionar. Gusta escucharlo y pocas veces vemos que cuando se siente amor por alguien, algo retumba en el alma que hace tener que soltarlo. Es tan importante, que callar sentimientos puede llegar a ser causa de cáncer de garganta. No pensemos en "digo Te quiero pero me refiero a sexo", eso es quedarse con una posible consecuencia que puede darse o no. Salgamos a la terraza, vayamos a un semáforo, al lavadero, cojamos el teléfono, bajemos la ventanilla del coche y gritemos: Te quiero. Tan simple como eso y a la vez tan complicado si no lo hacemos de corazón. En este caso, la sociedad como concepto hará de aguijón, cual escorpión que se ataca a si mismo cuando se acerca al fuego y se encorva de tal manera que acaba muriendo. Por las altas temperaturas, no porque prefiera suicidarse. ¿Acaso no es fuego la sociedad? La fuerza de la sociedad nos callará con la fuerza del sentido común si nos acercamos demasiado. En cambio, si nos quedamos cerca y pintamos con el corazón un circulo a su alrededor, la belleza de la locura nos mantendrá vivos sin llegar a perder la cabeza.
Con un Te quiero sacaremos nuestras preocupaciones, la energía positiva fluirá y el mundo se verá con más luz. Hay tantos Te quiero por decir... y son tan buenos que habría que decirlo cuantas veces se sienta. Dejar fluir sentimientos como el agua del río que avanza lento, superando cada obstáculo que va encontrando, para un camino quizás no muy lindo, pero si valiente y lleno de amor. Pensamiento positivo atrae pensamiento positivo. Hay ejemplos de personas importantes que bien merecen un Te quiero ¡o muchos! y puede que ellos lo necesiten. Ese amigo o amiga con el que compartes vivencias y con una palabra te anima o al revés, que solo necesita decirte " no te rayes" sonriendo. Quizá no profundice en tus problemas, pero te echa el brazo por encima o te invita a tomar algo. Esa pareja que tira de ti para no venirte abajo con solo decir "qué puedo hacer? O te recuerda tu personalidad en positivo o te abraza o te invita a hacer algo. Esa hermana que te dice "ay chiquitín" y ya te sientes mejor, o te cuenta sus cosillas para compartirlas sonriendo y te nombra los bocadillos de nocilla con pan. Ese padre que dice "algo te pasa, no estás sonriente, aunque no me lo quieras decir", que te recuerda que te conoce muy bien y da consejos. Ese hijo que se emboba mirándote y se te quita todo lo malo, que sonríe y te acaricia o hace que juegues con él. Esa madre que te mira con cariño, te pone sobre sus piernas y escucha con atención mientras te acaricia con sus largas y pintadas uñas. Ese kioskero que sonríe al darte el periódico, que te atiende con cariño como si dejara a un lado que es su negocio. Ese desconocido que transmite alegría con su andar o su forma de hablar solo y que te mira al cruzaros. Por suerte, hay otros tantos que quedan por descubrir mientras exista un futuro que anhelar y un presente para vivir, aprender y aprehender (asimilar e interiorizar sentimientos que se escapan de las definiciones de diccionarios. La verbalización de aquello que nos hace auténticos gracias a nuestras experiencias pasadas, muchas veces iniciadoras de un futuro, manantial de la locura de vivir). Esta palabra la conocí a través de las entrevistas de Sánchez Dragó en su programa de tv, Negro sobre blanco, a finales del siglo y principios de éste, pasado los domingos por la noche. El escritor y presentador dedicó una serie de entrevistas al ya fallecido filósofo Raimon Panikkar (1917-2010). En un plató que incitaba a la reflexión, con estanterías llenas de libros, poca luz y un pupitre que separaba a Sánchez Dragó y Panikkar. Se trataba, principalmente, de dar a conocer la magnifica obra Invitación a la sabiduría, que obviamente me lancé a comprar nada más pude. Descubrí a un teólogo que había practicado las principales religiones del mundo y desde hacía tiempo no veía la televisión (algo en aquella fecha imposible para mí. Me estaba acercando a la mayoría de edad y formaba parte necesaria de mi vida). Aquí os presento una exposición del autor sobre lo que es Aprehender, indisolublemente unida a Savoir Vivre. "La sabiduría es el arte de la vida. Aquella experiencia primordial de la que hablan hombres en casi todas las culturas. La sabiduría es un savoir vivre, donde savoir no es un saber sobre la vida, sino experiencia plena de la vida. No es posible vivir en plenitud sin sabiduría. La modernidad se resiste a admitirlo, mientras vive obsesionada con su necesidad de seguridad. Es preciso aceptar el reto de gozar del sentido profundo de la vida, y esto es lo que todas las tradiciones han entendido por sabiduría. Vivir una experiencia en la que aún no se han escindido conocimiento y amor, alma y cuerpo, espíritu y materia, tiempo y eternidad, lo divino y lo humano, lo masculino y lo femenino... vivir la armonía de todas las polaridades de la existencia. Atrevernos a ser lo que realmente somos y que tantas veces no nos atrevemos a creer. La fe no es una doctrina, sino la apertura a este riesgo".
Con este subidón de energía positiva, de invitación a la aventura de conocernos, gritemos Te quiero aunque no haya nadie delante. A veces incluso viene bien decírselo a uno mismo. Hay que empezar siempre, siempre, por quererse a uno mismo, algo que a veces dejamos de lado. El corazón es más sabio que la razón ¡dejemos que se exprese! La razón está llena de convencionalismos sociales que se esconden tan bien y tan profundamente, que comparamos la razón con las vías del tren. El camino recto y las curvas rectas con su máquina común y vagones repletos de personas comunes, que cruza por paisajes inmóviles, hace subir a él a personas que se comportan como adiestrados para no gritar, ni dejarlos expresarse como seres únicos. Si lo piensas, la razón se presenta como reina cuando aparecen los miedos. Si algo temes, ahí está ella, "para encarrilar a quien se salga del camino recto". Pero el miedo se combate o mejor dicho, se aprende de él y dejas de sufrirlo, cuando el corazón entra en escena. Mientras antepongas la razón, solo conseguirás dejarlo como una sombra, presente y ausente a la vez, esperando a que te descuides para cubrirte de oscuridad. En cambio, el corazón es nuestra luz, lo que nos hace ser auténticos, salvajes, aventureros... Con el corazón se supera el miedo y se crece como persona. Él nos guía para superar obstáculos y tener siempre metas superiores. El conocimiento de uno mismo, Pepe, no invalida ni incapacita para llevar a cabo, junto a nuestras emociones, aspiraciones e, incluso,la consecución codiciada del éxito, una cultura de paz en la que gente de buena voluntad imponga (hay que abrirse camino entre el bosque que nos pone enfrente e incluso a veces, nos sitúa dentro, las prisas y la superficialidad. A veces ahí dentro uno puede sentirse bien) su presencia y su prestigio con el único propósito de disfrutar y arreglar las cosas según nuestras capacidades. Como jamás hemos soñado, sino de una manera ñoña y tradicional, como a veces expresamos la sabiduría, lo que sería un mundo inspirado por el amor y la satisfación de nuestras necesidades, más vale que cimentemos estos propósitos en la atribución de su rareza como si se tratara de una costumbre o un hábito; quiero decir que, patas arriba,una vez puestos,aceptemos previamente su condición de raro hasta vislumbrar un cambio combinando nuestros ideales y compartiéndolos. El ideal de un Te quiero que puede ser compartido sin necesidad de ser recíproco, pues en sí mismo ya es maravilloso. Primero hallaremos razones comunes, incluso raras; luego el sentimiento de estar vivos, quiero decir de tal apreciación, llenará de alegría al mundo, movido por la gratitud. El resto está por venir, aunque la buena nueva de mirar adentro ya está a la alcance de personas receptivas, inteligentes, y también a ras de lo común. Te quiero es la expresión sublime del corazón. No lo hagamos silenciar, pues hacerlo nos empequeñece. La personalidad se crea con instantes, pequeños actos que van sumando, no con grandes actos puntuales. Eso es gloria efímera. Como el sexo. En ambos casos, se entra en un oasis. Una vez disfrutado al máximo su causas, climax y consecuencias, todo se desvanece si no se acompaña de corazón, de un Te quiero real. En decir Te quiero no se tarda más de un segundo y sin embargo crea una cascada de buenas vibraciones y declaración de intenciones. Es una forma de decir quiero que estés en mi universo, que permanezcas, que te unas a mi camino, que aprendo de ti, que si me necesitas, aquí estoy porque te quiero. Para quien lo dice, es una manera de hacer presente la luz interior que acuna el alma con su poder. Para quien lo recibe supone sentirse reconfortado, que está actuando con amor y eso se percibe. Gusta sentir el calor de una buena compañía y eso es un Te quiero. Con un Te quiero se sonríe. Ambos son un banquete natural para el alma y el cuerpo. Si lo sientes, hazlo ¿a qué esperar? fuera convencionalismos sociales, fuera el qué pensarán, fuera el temor de una respuesta negativa. Gritemos Te quiero aunque no lo oiga nadie o alguien o muchos o el resto de personas piensen que estás loco. ¿No es acaso la locura una señal de aventura? La locura es necesaria para vivir. No sola, porque perderíamos el norte. Acompañada de amor nos lleva a realizar acciones que sin ella no nos atreveríamos. Si en la sartén de la vida, se mezcla una pizquita de locura con un buen vaso lleno de postividad, a fuego lento, la comida nos acerca a los horizontes imposibles. Si la locura la unimos a la convicción, derrotamos los fantasmas que nosotros mismos creamos a nuestro alrededor consciente o inconscientemente, y dejamos que coloreen el aura hacia tonos fríos, pues éstos denotan barreras que debemos superar.
¿Nos atrevemos a definir el aura? Pues claro. Al tratar de describir con términos físicos lo que es el Aura, inmediatamente la asociamos con la palabra energía, la cual viene del griego energos, que quiere decir fabricar movimiento. La palabra aura, por su parte, precede de otra palabra griega, aer, que quiere decir brisa. Si tenemos la capacidad de asociar mentalmente los significados de ambas palabras, tendremos una imagen mental del aspecto del aura. Al fluír la energía, las personas pueden cambiar a cada momento: el color del aura no es perpétuo, sino que como el agua y su trascurrir por la Naturaleza y nuestro cuerpo, también esta sujeto a este cambio. Se podría decir que el aura es la tarjeta de identidad de la vibración del Ser humano compuesto de cuerpo fisico, emocional y mental. Desde los comienzos de la humanidad, en todos los lugares y civilizaciones del mundo la observación de campos energéticos y su funcionamiento concuerdan en la visión de luces alrededor de las cabezas humanas. El aura, aquello que solo unos privilegiados son capaces de ver. La tradición espiritual hindú, cuenta con más de cincuenta siglos de antigüedad; su creencia se basa en una Energía Universal considerada el constituyente básico y la fuente de toda vida, que llaman Prana, sanadora de cuerpos a través de energía, que proviene del sánscrito “prana”, fuerza vital. Los otros nombres con que se le conoce en el mundo son : “chi” (chino), “ki” (japonés), “rua” (hebreo), y pneuma (griego). Los yoguis manipulan esta energía mediante técnicas respiratorias, meditación y ejercicios físicos con la finalidad de mantener unos estados de conciencia y de juventud mucho más allá de su alcance normal. Los taoistas quizás fueran los primeros, en poner en práctica ya estas técnicas mediante respiraciones y movimientos a partir del Chi, o centro de vida. Y muchos otros más en la antigüedad, no importa de que civilización se hable, han creído, visto y practicado sobre la energía del aura humana. Los colores de la Naturaleza tienen una gran influencia sobre el hombre, quien, por su constitución física y psíquica, recibe su impacto. Es así que algunos colores representan los elementos: por ejemplo, el rojo y el naranja simbolizan el fuego; el amarillo y el blanca, al aire; el verde, al agua; el negro o el marrón, a la tierra. Psicológicamente, los colores se diferencian en cálidos y fríos. Los primeros favorecerían la adaptación y la vitalidad (rojo, naranja, amarillo); mientras los segundos tendrían que ver con la oposición , la sedación, la distancia afectiva (azul, violeta). Las diferentes tonalidades dentro del mismo color se refieren a la intensidad de lo simbolizado. Además un Te quiero nos pone en alerta y nos hace sonreír, creando una serie de movimientos que sirven de musculación. También debemos darnos cuenta de su impacto psicologico y lo que se siente con la palabra Sonrisa. Podemos ver en ella un mensaje oculto como asi lo dicen sus vocales. La primera que aparece es la O, que supone que es algo que sale de dentro, sale al exterior y vuelve al nido. Luego viene la I, la vocal de la ilusión y compartir y eso en su máxima expresión esta palabra. Por último está la A, que lanza energía positiva con toda la boca abierta. La sonrisa es un bien único de los Hombres y de su aprovechamiento depende, cosas de la vida, la imagen que transmitimos y lo más importante, el buen rollo que crea en el ambiente. Nos hace sentir felicidad. La felicidad no es un fin sino un camino a seguir dispuesto a asumir todo lo que conlleva una aventura de gran calibre. El ejemplo mas claro para mí es el universo del Santo Grial, ¿quién puede buscarlo? ¿Qué pasa si lo encuentras? ¿Y si no es así? Cuenta la leyenda que solo los hombres y mujeres buenos pueden hallarlo, solo quienes tengan buen corazón. Lo importante es comenzar y andar el camino que te lleve a ella. Viéndola como un fin y disfrutándola como un presente en el que pisarás hierba, arena, te zambullirás en aguas, saltarás piedras, rodearás rocas y siempre tendrás al fondo ese horizonte que, algún día o quizá nunca, se convertirá en camino hacia otro horizonte. Si vives el hoy, no importa que no haya un mañana. Un Te quiero no nos hace mejor que otros, sino mejor persona. Quiero erradicar la comparación entre personas, que no haya mejor que, ni igual que, ni menos que. Cada uno que aporte lo que tiene, lo que es, al mundo. Sería un buen camino hacia la paz y el buen ambiente. Tenemos los handicaps del capitalismo basado en la comparación y el peso de la cultura que nos viene de lejos, pero el corazón debe de ocupar más sitio en nuestras palabras y acciones, pues he ahí nuestra esencia, nuestro Yo más primitivo. Vale que la objetividad de la razón nos abriga como la capa de un mosquetero que va a afrontar un duelo con espadas a vida o muerte, pero luego uno tira la capa, la espada, el sombrero que nos oculta de la luz y se despoja de sus vestiduras. Ya desnudos sentimos libertad, la libertad de la subjetividad, de no aparentar, de al fin y al cabo descansar y andar sin trapos ni tabúes por el hogar. La subjetividad es maravillosa ¿no crees que es lo que nos hace únicos?
Es el momento de aprovechar al máximo el poder mágico de la subjetividad de un Te quiero. Todo lo que ocurre a nuestro alrededor tiene causas y consecuencias y, quizá, cuando nos planteamos un hecho, dejamos al lado este magnífico poder que tenemos los humanos. Parto del convencimiento de que nada es negro o blanco, que no existe el siempre ni el nunca, sino que depende del ánimo con que afrontemos los acontecimientos. ¿Algo más subjetivo que un Te quiero? Parece que nos guste sufrir y elegir la proporción del color negro en vez del blanco. Nosotros mandamos en nuestros pensamientos, los creamos. Muchas veces decimos “me encantaría pero…” y eso no nos hace bien. Hay que arriesgar, de todo se sale antes o después, mejor o peor, y siempre hay un interruptor esperando para ser accionado y vuelva la luz para aquel que creía que se apagaría para siempre. Pensemos más en lo positivo de lo que nos ocurre, aprovechemos el amor de un Te quiero, de su consecuente buen ambiente y la liberación interior que supone. Hay pocos elementos en la vida de cada uno que sean objetivos, la mayoría son subjetivos. Hay mucho campo abierto si hacemos que un haz de luz provenga del enriquecimiento de lo positivo. No ves que lo negativo son solo barreras destruibles con pensamientos positivos. Se vive según se ama. Se puede avanzar tanto en tantos campos si unimos la subjetividad y el positivismo, que si no lo hacemos es por miedo a ser felices y un Te quiero puede ser el principio de algo muy bonito, algo que nos ofrezca un nuevo horizonte, un nuevo presente y futuro. De hecho, es un granito para la gran montaña de la felicidad. La más imprtante desde que nacemos hasta que morimos. Lo que une a los niños y ancianos es que viven el momento. Por algo será que se abre y se cierra el ciclo de la vida de igual forma: Amor, sonrisa y presente sin un reloj que les haga recordar que la razón existe y golpea como los segundos. En ambos está la sabiduría
Estamos hechos de experiencias pasadas y futuro incierto inevitablemente, pero sobre todo, somos presente. SOMOS, increíble palabra. El verbo ser con sus virtudes y defectos, la primera persona del plural con el consiguiente unión del Yo de dos o más sujetos, y políndromo, el concepto que iguala culturas orientales y occidentales de lectura. La S, ese discurrir por la vida dando bandazos desde que se empieza a escribir, perdón, a vivir. La O, el momento eterno desde que se aprieta la pluma, perdón a abrir los ojos, hasta que se suelta en el mismo sitio donde se empieza, perdón, cuando se cierran los ojos. La M, el subidón, toma de aire y bajón al besar. Vuelta a la O como dicta le ley del péndulo, y la S cerrando el círculo. SOMOS, al pronunciarlo, primero emitimos el caminar de una serpiente, luego el beso tímido en la unión de las auras y finalmente, vuelta a la serpiente. Afortunadamente, esta palabra está tan dentro de nuestra psique, que no solemos pararnos a pensar en lo que es aunque la usamos dando calor a una frase. Es lo principal de lo que expresemos: Sujeto y verbo en una palabra. Vivir siendo consciente de es lo que tenemos para mantener o cambiar algo, es ya haber recorrido un buen trecho hacia la felicidad. En esto, el camino a la felicidad, niños y ancianos llevan ventaja al resto. Aprendamos de ellos. Hacen lo que quieren sin pensar en lo que supondrá para los demás y lo disfrutan o sufren como si fuera lo último de su vida. Es curioso como se cierra el círculo de nuestra existencia en este planeta.
Así es el funcionamiento del universo. En círculos. Los planetas giran continuamente alrededor de astros. La naturaleza crea, nos pone al alcance toda su sabiduría, nos ofrece el agua com modo de vida, las flores como ejemplo de belleza, el viento como forma de comunicación que en puntos extremos se hace el silencio más adorable conocido y huracán cuando más ruge. ¿Acaso un insulto en forma de palabra o hecho no es tan destructivo como la fuerza de la Naturaleza enfadada? El hombre destruye creando obstáculos, robándole a sus hijos (plantas, animales y cosas) sin pedir perdón por ello. La Naturaleza vuelve a crear con sus métodos tan bruscos o suaves de igual manera que el hombre. Nacemos siendo alguien diminuto, creando energía en nuestro entorno y con alma libre; enseñamos y aprendemos continuamente sin final alguno, más allá de la muerte, por algo existe el adn y las experiencias; nos vestimos desde abajo y nos desnudamos por arriba; compramos comida, la preparamos, cogemos cubiertos, platos, vasos, los ensuciamos, tragamos la comida, limpiamos los cubiertos, platos y vasos, echamos fuera la comida, la compramos...; se suceden las relaciones personales cambiando rostros, pesos, alturas, lenguajes, pero siempre nos unimos a un mismo perfil, eso no cambia; empezamos sin saber hablar y el cuerpo muere en silencio; la luna pasa continuamente por cuatro fases a la vez que se turna para ofrecernos su luz con el sol; el sol se pone y desaparece todos los días; el reloj empieza y acaba en el cero; los sengundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años... igual; la historia es una sucesión de épocas de abundancia y decadencia, apariciones y desapariciones; una acción viene de una causa y conlleva una consecuencia, que a su vez crea otra acción; las montañas se crean granito a granito y desaparece granito a granito; el ciclo interminable del agua con sus nubes, mares y plantas. Un Te quiero no tiene edad ni altura ni sexo ni religión ni color ni idioma. No quiero un "si tú me das, yo te doy". Yo doy sin pensar que el otro me vaya dar, pues eso a la larga se consigue sin tener que entrar en un mercadeo. Para mí es llamarse a uno mismo mercancia, y no, no dejemos que eso pase, dediquemonos a lo opuesto. Un Te quiero crea un nosotros energético con un verbo genial: Querer. Una vida de valores vale más que una vida de negocios. Te quiero, TE QUIERO, te quiero.
El beso. Ay el beso, hermano mudo del Te quiero. ¡Qué importante eres y que poco valor se te atribuye! ¡Cuanto das sin pedir recompensa alguna! ¡Qué impacto causas en las personas cuando con tu silencio te acercas! ¡Qué lindo eres! ¡Qué bien te sienta ser el pequeño! El beso es como el despertar sexual de los adolescentes. Recuerdo los juegos típicos de niños en esa etapa como si fuera ayer. ¿Quién podría olvidarlo? Esa juego de las tres caras con monedas de cinco pesetas. En un parque cerca de mi casa con cuatro universidades. Lo que hoy llamamos campus universitario con su césped, sus arboles, campo de fútbol sala, aparcamiento para bicis... Entre los edificios de Matemáticas e informática, había un césped chiquitito y escondido al final del parque, dando ya casi a una calle medio abandonada y una gasolinera, que no tenía puerta de acceso. Para entrar, está la avenida Reina Mercedes con su intenso fluir de coches o en la acera paralela a la universidad de Farmacia. Ese verde césped escondido era donde nos sentábamos la pandilla en círculo. Con nuestras telarañas amorosas. Niños y niñas que en esa época no nos atreveíamos a expresar sentimientos de amor o nos costaba mucho, para lo que siempre tirábamos de una celestina, por si ella no quería ser novia, al menos que no te pusiera la cara colorada. Escapadas secretas de fin de semana. Uy, yo estaba enamoraito de una rubia, hija de quien años antes me enseñó a nadar (o todo lo contrario, porque pegaba unas voces que me hacia desear que parasara pronto el curso de natación), que se llamaba y seguirá llamándose Ana Román. El juego de las tres caras era sencillo: Íbamos tirando las monedas por turno. El grupo decidía qué niño y niña se la jugaban. Un beso en la mejilla si salía solo una cara, un beso corto (un pico era el nombre) si eran dos y el gran premio si el azar proponía tres caras. Se iban los dos y se daban beso largo con o sin lengua a gusto de ellos. Nunca me salieron las tres caras, aunque cuando me tocaba con Ana, me ponía rojísimo, un calor interior y unos nervios brutales. A mi mejor amigo, Miguel Ángel, si que le salieron las tres caras con ella. ¡Qué envidia! De ahí se hicieron pareja y nosotros tan amigos. Era compañero de clase y la hermosa musa del momento no nos iba a hacer dejar de jugar y reír juntos. Un beso forma parte de la gran familia del Amor y como tal hay que tratarlo. Es cierto que no todos implican un alto grado de amor, pero cada uno tiene, como mínimo, una porción aunque sea aquel que se da para saludar. Llevar los labios al cuerpo de otro sin que esté previsto, es decir, sin que aparezca en el guión de la razón es algo que impacta en el corazón de quien lo recibe. Unos segundos fuera de sí, ¡lo bien que viene eso! Energía positiva, calor, amor en solo gesto. Aquí van unos cuantos: Beso en la mejilla: transmisión de afecto, apoyo y complicidad, sin importar si existe atracción física o no. Beso en los labios: implica pasión, pudiera significar "Te amo" o "Quiero ser tu novio/a". Si se realiza de forma muy rápida, apenas tapando los labios de la pareja, pudiera simplemente significar amistad. Esta es la razón por la que la intensidad de un beso es un factor importante en la interpretación de su intención. Beso en el cuello: implica intimidad y manifiesta un cierto grado de intención erótica por parte de quien lo da. Es un gesto muy efectivo para seducir. Beso en las orejas: este gesto está cargado de intención sexual apasionada y de poder. Pudiera no ser tomado demasiado en serio, dependiendo de la intensidad con la que se da el beso. Este beso está imbuido de la energía del juego y la travesura. Beso en los pechos: se aplican primero con los labios, suavemente y con un poco de saliva. Luego se intensifica la presión y, si la pareja lo desea y le gusta, se puede tomar el pezón con los dientes y presionar ligeramente. Algunas personas prefieren sentir un poco de dolor en ellos cuando están a punto de tener el orgasmo Beso en los pies: Puede ser de sumisión y adoración. Mucho cuidado con la intensidad, pues puede ser causa de cosquillas y quien lo da lo que no quiere es precisamente eso, sino todo lo contrario. Se debe entregar lleno y lento. Beso en las manos: ya sea en mujeres o en hombres implica admiración, ternura o el deseo de amar. Adicionalmente, expresa confianza por parte de quien lo da. Beso acompañado de un abrazo: cuando ambos cuerpos están en contacto cercano, esta es una expresión de afecto profundo y rendición. Ambos están deseosos de entregarse el uno al otro, tanto en el nivel sensual como en el sexual. La combinación de ellos corresponde a la magia del placer sexual, y para ello ya tenemos el texto en sánscrito del kamasutra, pero no es el único campo al que se debe asociar. Como ya he señalado antes, es otra forma de expresar un Te quiero. Por eso lo incluyo en el campo del amor universal. El amor es nuestro lenguaje y a él debemos nuestra existencia. Hagamos el amor, digamos Te quiero.