23 may 2012

A veces me hundo

A veces siento que soy mala persona o que me he convertido en alguien que no esperaba y me tienen que avisar desde fuera de ello. Lo que se llama decepción de los demás hacía mí o yo que entro en un círculo de niebla y oscuridad. Afortunadamente, la frecuencia con que esta visión se apodera de mí no es preocupante (eso creo) sino más bien todo lo contrario, es positiva y necesaria para mi crecimiento personal, para ese acomodamiento llevado por la inercia y aquella regla expresada en El monje que vendió su Ferrari y dice que algo que se hace 21 días seguidos se convierte en normal. Si pudiera hacer un cálculo exhaustivo de las horas o minutos que dura este sentimiento, primero me fallaría a mí mismo pues no vivir exclusivamente el presente no me llevaría a buen puerto. Y segundo, me saldría a 1,3333 días al mes. Cosa rara de explicar. Confesarse en la intimidad y silencio debe de ser positivo si se le sabe poner punto final. Dicen que soy el que mejor vive. Mi secreto para serlo o hacer que lo parezca es tan simple como buscar el lado positivo de lo que me sucede, ser relativista para no agobiarme con problemillas y una sonrisa para compartir. En cuanto al verbo elegido en el principio, no es que me lo haya jugado a los dados entre siento, pienso y creo y el que saliese transcribiría. Son sensaciones que vienen por autocrítica, crítica o comparación. Cuando el verbo sea cualquiera de los otros dos, sonará la alarma y este escribiente delirará durante días, semanas o meses siendo perjudicial para el bienestar de los que me rodean. Supongo yo. Aún no me conozco muy enfadado ni con otra persona ni conmigo. Malo… bueno… son conceptos tan complejos que no debo entrar a analizar más allá de constatar que, según la ocasión, se puede referir a mí o a los demás. Es que son palabras que contaminan a la sociedad creando barreras. Lo de si soy o me he convertido en influencia negativa nunca he sabido la respuesta porque como dijo uno hace ya un tiempo: Nunca te bañarás dos veces en el mismo río. Así que es muy complicado saber si cambia el agua, el bañador o yo. Por mucho que intento responderme, acabo sin solución y busco algo que me sirva para salir de esta visión que solo hace complicarme. Abandonar este estado de seriedad es como la caída de una gota de jabón en la sartén y me hace reír. Una mirada cariñosa o palabra escrita, ya sea sabiéndolo esa persona o sin tener idea, es lo que limpia mi mente. Menos mal que me dura poco. Como buen escorpio que soy, salgo de situaciones perjudiciales rápido.

2 comentarios:

Marina dijo...

Bueno Pepe, a veces le damos tantas vueltas a algo que caemos rodando.
Pero es como cuando se te pierde algo y lo buscas y buscas, na!!! más tarde aparece ahí, justo ahí.

Un día pensarás ¡como me comí el coco por esto!!! y sonreirás por ello, creo.

Ahora escribir lo haces cada día mejor y mejor.

Un saludo

Pepe López dijo...

Entonces sigo publicando poco para que el resultado sea mejor.

ya me voy acostumbrando a estas rayadas y detecto antes que es pasajero. Creo que esta bien eso de examinarse de vez en cuando.

Saludos