8 feb 2008

Un terromoto llamado juventud

Quizá sea porque mi generación, la tanta aclamada hoy día, haya sido poco crítica o por otra razón, lo cierto es que en este siglo ha habido un terremoto por el que aún sufrimos las consecuencias. Ya no es un pilar fundamental la familia para los chavales que convierten las aulas en jaulas para los profesores y amordazan a sus progenitores. Para ellos, lo más importante son los amigos y la familia se ha quedado como una bola de acero atada al pie.
Este cambio, en mi opinión, ha sido demasíado brusco. No sé cómo se podrá poner paz y no creo que sea algo que atañe a la Iglesia. Es penoso saber que en muchas casas en las que hay niños entre los catorce y diecinueve años, se vivan contínuas campañas campales en las que se ningunea a los que les han dado la vida e intentan educarlos sin resultado alguno. Claro, para eso está la ley de la calle. ¡Qué equivocados están!

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