27 nov 2024
Historias de un limpiador (7)
Al verla de lejos, ya noto que es alguien especial, distinta para bien o mal. Ella llama la atención por su cara perfecta, su andar perfecto, su forma de colocar los pescados en el mostrador perfecta, su manera de hablar perfecta, sus ojos perfectos, su cuerpo perfecto.
Esta mujer perfecta no es perfecta porque se ajuste a los cánones de belleza o lo que vendría descrito en el libro de buenas maneras de la pescadera. Lucila, que es el nombre de ella, lo que viene a enseñarme es la importancia del lenguaje interno, el que uno tiene consigo mismo tanto en el ruido del entorno laboral como en el silencio de la noche. Y todos los matices que se encuentran de extremo a extremo.
Lucila lleva mucho tiempo en Cerradona de Dos Hermanas. Aun estado acostumbrada a una mismas rutina día a día, hora a hora, minuto a minuto, cuando hay público y cuando no lo hay, tira de creatividad para colocar los pescados de forma visible realizando figuras entre ellos. A veces en círculo, otras en pirámide, en arcoiris, todos mirando al mismo lado o mirándose unos a otros como si tuvieran vida y charlaran hasta separarse.
No es fácil y no sé cómo lo hace. Ojalá yo llegue a ser un hombre perfecto. Como ella.
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