10 jul 2024

Historias de un limpiador (5)

Es mágico reeencontrarse con un amigo de la infancia en el trabajo. Es como si el tiempo entre esas veces que nos veíamos de tarde en tarde en los recreativos jugando al Street fighter mientras soñábamos con ser alguien de mayores y ahora que coincidimos en Cerradona con distintos puestos de trabajo, no hubiera pasado. Uno se siente mejor acompañado. Carlos, responsable de Electro, Textil, Bazar y outlet cuando las necesidades de la empresa lo requiere. Yo, limpiador del centro comercial. Sin embargo, aquella unión de cuando éramos unos chiquillos sigue viva. Tan mágico que no es real. A Carlos es imposible no mirarlo con envidia. Sí, envidia. Envidia entendida como admiración. Un tipo joven, alto, buen coche, buena moto, buen puesto de trabajo, familiar, cercano, sonriente, positivo, empático. Una persona así es tan difícil de encontrar que me declaro incapaz de desearle algo negativo. De hecho, una de las veces que le pregunté cómo estaba y me dijo que en mala racha, en vez de alegrarme le di un consejo: No mires fuera. Fíjate en ti, tiene que haber algo en tus patrones de conducta que estás haciendo mal una y otra vez. Encuéntralo y cuando tengas el coraje de cambiarlo, ya verás lo que sucede. La vida se rije por la ley del péndulo. Cuando ha habido uno de esos desayunos para abrir la temporada de verano o de navidad y he visto que se sentía solo, me he puesto al lado del llanero solitario, como yo le digo entre bromas a Carlos. Ya que sale la palabra bromas, aprovecho para entonar el mea culpa. Como lo he tratado solo en un entorno laboral que bien podríamos llamar "El teatro de Cerradona", admito que a veces despues de cruzarme con él, he pensado que me había pasado de confianza, que le había dicho alguna frase que podría haberle sentado mal porque no tenemos una relación tan estrecha como para que quepa ese comentario. Para mí, algo que lo hace especial es que con él me parece hablar de igual a igual, de tú a tú de illo a y illo. Al sentir que es distinto a las demás cabezas pensantes, cuando me da aviso para limpiar o recoger algo, lo dejo todo y voy. ¡Un tipo tan grande que se pone a limpiar conmigo! Es para venerarlo en estos tiempos que como dijo aquel... El hombre es un lobo para otro hombre. Con él tengo muchísimas anecdotas. A lo mejor, en un día tonto en el que no estoy comtento con mi forma de trabajar, me suelta una broma que me hace venirme arriba y motivarme para ser lo más profesional posible.

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