Pensaba que
solo fue importante para mí, una de esas oportunidades que te da la vida para
profundizar en el aprendizaje de ser padre, pero resulta que aquel día también le
marcó a él. Recientemente le pregunté a Yago sobre cosas que hubiera aprendido
en su vida y me respondió “lo de ser positivo”.
Un
cumpleaños de unos amigos en el parque El alamillo, uno de los grandes espacios
abiertos de Sevilla. En la orilla de un lago rodeado de césped. Yago tenía tres
años y Gael era aún un bebé. A ese cumpleaños fuimos los cuatro con comida para
compartir, había tarta y juegos para los niños. Yago se llevó una pelota muy
muy chica de las que botan mucho, de color verde. En un momento del día, se dio
cuenta de que se le había perdido y empezamos a buscarla: pelota verde en
césped verde… en esa época le enseñé a comunicarse con las cosas para que fuera
dándoles valor. Algo que aprendí de leer sobre filosofía de los indios
norteamericanos.
Ibamos por
todos lados diciendo “Pelota, pelota, dónde estás”. En algún momento se me vino
a la cabeza esta frase tan delicada y con la que me entró calor por todo el
cuerpo: Si das por hecho que la vas a encontrar, la encontrarás. Puedes
imaginar que para mí a partir de entonces esa tarde cambió de sentido.
Cualquier cosa haría por no decepcionarle. Así que lo cogí a hombros y volvimos
a recorrer cada palmo de la zona del cumpleaños con la esperanza, deseo y casi
obligación de encontrar aquella pelota.
Y pasó. Él
la encontró. No sé si hubo algo de magia pero vimos esa pelota en un radio de
cien metros de césped verde una pelota muy pequeña verde. El abrazo de alivio
que le di fue monumental.
A veces nos
recordamos mutuamente que en la vida hay que ser positivo para que ocurran
hechos positivos.