Leer el periódico engancha, es adictivo y no sé si será por la tinta o el tamaño, pero nuestra cabeza va hacia él como un detective que se huele algo. Puede ser la seccion más aburrida, puede que lo hayamos leído ya varias veces, pero intriga, más en verano por el relax o la de gente dispar que se junta. Tiene magia, o si no ¿por qué si alguien está leyéndolo intentamos verlo?
Es una práctica bastante común, creo, el interesarnos por las noticias que lee otro aunque sean anuncios por palabras o la programación de alguna cadena que no podemos ver. El hecho es sentir que estamos haciendo algo que no se debe, el morbo de lo prohibido, que no solo es campo del amor o del sexo.
Así, tenemos el ejemplo clásico veraniego. Una familia baja a la playa con su gente, monta la sombrilla, pone la mesa con su mantel de cuadritos, platos, tortilla de patatas, bebidas... en fin, un dominguero en toda regla. A veinte metros, yo sentado en la arena de pies cruzados veo que el padre de la familia maneja un periódico de economía, algo que yo no compraría pero que poco a poco me engancha hasta convertirme en un broker entre páginas naranjas. pasan las páginas y ya hasta babeo como el perro de Paulov esperando la gran recompensa, el grial del instante: Tener el periódico en mi manos.
En fin, que todo lo prohibido sea eso.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario